Para todo sneakerhead, sus zapatillas son los bienes más preciados que puede tener; aun así, y por mucho que las cuide, llega el momento de jubilarlas.
Toda colección de sneakers está llamada a expandirse. Por mucho que prime la calidad sobre la cantidad, por mucho que cada pieza tenga un valor en sí misma y no como parte de un conjunto, todos queremos más y más. Más rarezas, más ediciones limitadas, más siluetas icónicas, más sneakers.
La particularidad de este coleccionismo es que no se acaparan objetos inútiles, sino artículos que están en uso hasta su último día. Lo que pase tras ese momento de la difícil decisión dependerá tanto del vínculo afectivo con la zapatilla como de su estado de conservación. Se deseche, se recicle o se retire como objeto de exposición, más tarde o más temprano llega ese día en que afrontas la dura realidad de que no vas a volver a ponértelas.
¿Y cómo nos alcanza ese momento? Las zapas nos mandan señales.
1. Deterioro evidente
Cuando unas sneakers han sufrido algún daño, sea por algún accidente o por conservación deficiente (¡blasfemia!), es cuando más claramente se afronta la retirada. Por duro que sea, si el estropicio es irreversible, conviene apartar esa dura imagen de tu mirada. Algunas marcas reciclan sus zapatillas, aunque también puedes customizarlas e intentar darles una segunda vida.
2. Desgaste
Otras veces el deterioro no se muestra a la vista. Suelas desgastadas, especialmente por el tipo de pisada, pero también una amortiguación deficiente pueden hacer que tu calzado se vuelva incómodo. Los runners saben mejor que nadie que hay que jubilar las zapatillas cada 900 o 1.000 kilómetros como máximo, muchos menos para las voladoras o las que vienen con placa de carbono, y esta disciplina es buen hábito para los amantes de las zapatillas, que empiezan a escoger las ocasiones.
Otro tipo de desgaste, como el estético, puede tener solución con una restauración o incluso aprovechar ese aire nostálgico y gastado.
3. Falta de almacenamiento
Aunque las soluciones de almacenamiento son muchas y muy imaginativas, el espacio no es infinito y puede que te veas en la difícil posición de elegir entre tus preciadas zapatillas. ¿Cuál tendrías siempre a la vista y cuál te dolería menos ocultar o incluso sacar de tu colección? ¿Es la rotación una opción? He aquí otro dilema.
4. Obsolescencia
Cuando el tiempo incrementa el valor de un objeto, que pase de moda no es un miedo justificable. Nunca vas a renegar de tus viejas zapas precisamente porque no son viejas; son clásicas, son vintage o son originales, como quieras. Sin embargo, cuando eres fan de una saga es muy probable que quieras continuar tu colección con el nuevo modelo. ¿Eso relegará a los lanzamientos anteriores? Eso es decisión de cada sneakerhead.
Considerando todas las variables, ¿cómo de frecuentes son los cambios en tu colección?