Con el modelo Terrascape, una de las zapatillas más icónicas del universo sneaker proyecta su esencia hacia el futuro a través de materiales sostenibles.
Las Nike Air Max 97 aparecieron, en efecto, en 1997. Era la undécima entrega de la saga iniciada por el mítico diseñador Tinker Hatfield en 1989. Para esta ocasión, los directivos de Nike pusieron en manos de Christian Tressler la fortuna de una serie ya consolidada entre las imprescindibles para los amantes de las sneakers. Y no defraudó, ni mucho menos, creando una de las siluetas más reconocibles de la historia.
Las famosas ondas que puedes ver en la parte superior de este clásico diseño se inspiran en las que se forman en un estanque a la caída de las gotas de agua. Sin embargo, lo que causó furor de esta zapatilla en su lanzamiento fue su colorway original, la combinación de colores OG, normalmente conocidos como «bala de plata», que recordaban a un tren bala.
También impactó de manera notable la unidad Nike Air extendida a toda la planta, una apuesta que sacudió el mundo del running en su momento.
El éxito instantáneo de este diseño ha tenido continuidad y, más de un cuarto de siglo después, las Air Max 97 nos siguen enamorando estéticamente pero al mismo tiempo le pedimos algo más.
Ese plus entronca con la conciencia global de nuestra posición en el mundo. Todos queremos una moda más sostenible en un planeta que debemos cuidar entre todos, y la marca del Swoosh responde con decisiones tangibles.
Así surgieron las Terrascape 97, inspiradas en la naturaleza y concebidas para impactar lo menos posible en ella. De hecho, la zapatilla está confeccionada con materiales reciclados al menos en un 20%
Las Nike Air Max 97 siguen transmitiendo velocidad y atrevimiento, y esperan seguir haciéndolo por mucho tiempo más. Una vez y otra vez renaciendo a partir de otra zapatilla mítica anterior.
Estamos ante unas sneakers que han conseguido trascender de su tiempo como diseño icónico pero que también aspiran a extender materialmente su existencia.