¿Qué zapatillas con tecnología particular podían prestarse a una comedia disparatada como las que hacía Mel Brooks? Exacto.
En la frenética década de los 80, la cancha de baloncesto era el terreno de juego de las marcas y las tecnologías, su obsesión. En este contexto asistimos a un festival de lanzamientos que ha marcado a toda una generación de sneakerheads y cuya leyenda llega a nuestros días. Algunos se consolidaron, otros ascendieron a la categoría de mito, y otros más fracasaron. Todos entre la genialidad y el delirio, sin que quedara muy claro qué proporción de cada cosa aseguraba el éxito. No se sabe muy bien dónde colocar una de las ideas más locas de su tiempo que, no obstante, arrasó como ninguna.
Si naciste en aquella década prodigiosa o un poco antes, las Reebok Pump te resultarán familiares; si eres más joven, al menos habrás oído hablar de ellas. En todo caso, puedes conocer más sobre ellas aquí.
La tecnología The Pump era la primera desarrollada por el recientemente creado equipo de I+D de la marca, denominado Reebok Advanced Concepts (RAC). Era 1989. The Pump consistía en una cámara de aire que se accionaba desde la lengüeta y conseguía un ajuste extremo alrededor del tobillo. Se trató de una solución muy ingeniosa y bien recibida por los jugadores de baloncesto, cada vez más altos y más fuertes, para ganar estabilidad. El gran Dominique Wilkins se prestó a anunciarlas, por ejemplo.
Aun así, vista con perspectiva, no dejaba de ser otra apuesta bizarra de una marca cegada por imponerse a sus competidores en una alucinante «carrera espacial» del mundo de la canasta. Y como muestra de su naturaleza pintoresca, la puedes encontrar en una película del cineasta Mel Brooks, rey del disparate.
En Las locas, locas aventuras de Robin Hood (Robin Hood: Men In Tights, 1993), el comediante Dave Chapelle interrumpe la trama para insuflarse aire en sus flamantes Reebok Pump. Hecha la operación, la acción puede continuar. En relecturas posteriores se capta el estereotipo, pero la escena aún se recuerda.
Habían pasado cuatro años de la irrupción de las zapatillas y ahí seguían, generando chascarrillos.